Ernesto Samper Pizano

Fecha:

08 de Agosto de 1994

Periódico:

El Tiempo

Ciudad:

Circulación nacional

Palabras claves

Drogas, Economía, Paz, Seguridad

Nombre del artículo:

Es el tiempo de la gente: Samper presidente

Transcripción:

Llego a esta plaza histórica para asumir la más importante responsabilidad que me haya sido confiada en la vida. Rodeado del afecto del pueblo colombiano recuerdo hoy con cariño y nostalgia a tantos amigos, tantos compañeros de generación que hoy nos acompañan con su legado imborrable de dignidad.

Cómo no pensar en estos momentos en Luis Carlos Galán cuyo ejemplo seguirá siendo durante muchos años luz para las nuevas generaciones. El representa también a todos los colombianos que han caído injustamente en medio de la tempestad de la violencia durante la última década.

En nombre de todos ellos reivindico el derecho para nuestros hijos de que Colombia vuelva a ser un país donde se pueda soñar.

Todos juntos vamos a construir el sueño de la Colombia del Siglo XXI.

Se trata de rescatar nuestros valores.

Se trata de sacar las palabras paz, solidaridad  y  convivencia del diccionario de palabras inútiles.

Se trata de colocar la economía al servicio de la gente.

Se trata, como lo señala García Márquez de superar esa paradoja de “tener un amor casi irracional por la vida mientras nos matamos unos a otros por las ansias de vivir”

Para emprender con todos los colombianos ese camino de esperanza y optimismo he venido aquí esta tarde: el camino de la Colombia justa, tolerante, dinámica, alegre, esforzada y valiente.

Sé que asumo el desafío de reemplazar a un Presidente que abrió, con reformas políticas y económicas que puso en marcha durante su gobierno, el camino de un proyecto generacional que aspiro a continuar y mejorar durante el mandato que hoy se inicia.

LA PAZ

Desde que nacimos como república independiente hemos procurado, sin conseguirlo del todo, dejar la violencia como recurso de solución de los conflictos. Hace 120 años un Presidente de Colombia, liberal como yo, afirmaba: “desmentimos nuestra pretensión de ser tenidos por pueblo civilizado, moral y digno cuando por los más fútiles pretextos apelamos a las armas o procedemos  a ejecutar actos de violencia”. Lamentablemente, este pensamiento de don Manuel Murillo Toro también podría haber sido escrito ayer.

Como todos mis antecesores también tengo el sueño de poder avanzar, durante mi gobierno, en la búsqueda definitiva de la paz para Colombia.

Esta tarea, porque esquiva que aparezca, no puede dejar de ser un propósito nacional.

Es cierto que las acciones recientes de los grupos alzados en armas-contra los que ellos piensan- están alejando las posibilidades de reconciliación. Pero no por ellos vamos a renunciar al derecho de todos los colombianos a pensar en un futuro libre de violencias.

Cómo aceptar que nuestro destino final sea el de quedar condenados a vivir en medio de la incertidumbre que produce la inseguridad.

Este anhelo de paz tuve la oportunidad de sentirlo los últimos meses cuando recorrí varias veces el país. Lo sentí en la angustia reflejada en los rostros de las viudas del Urabá; en el desconsuelo de la pobreza de una familia chocoana; en la mirada triste de quienes acompañaban un féretro en Ocaña y en los fervientes deseos de volver a casa de unos jóvenes soldados en Villavicencio.

Mi gobierno trabajará para que los niños puedan ir tranquilos a los parques y las madres duerman en paz mientras sus hijos están fuera de casa.

Para que los campesinos trabajen su tierra sin temor y los empresarios puedan regresar a atender sus fincas.

Para que todos podamos recorrer las calles de nuestras ciudades sin temor a las asechanzas criminales.

Vamos a crear un nuevo modelo de sociedad, el de la convivencia democrática donde encontremos finalmente la forma de vivir con nuestras diferencias.

No es posible que nuestra gran riqueza, el pluralismo, la diversidad, se haya convertido en nuestra gran tragedia; la de seguir enfrentados por el solo hecho de ser diferentes. El ministerio de Cultura, que impulsaremos para recuperar nuestra identidad, será instrumento para alcanzar esa sociedad del próximo siglo.

De otra parte, la paz también tiene que ver con nuestra capacidad para imponer orden.

Nuestra tarea inmediata será de asegurar el monopolio legítimo dela fuerza en cabeza del Estado a través de sus fuerzas armadas, y desarrollar un eficaz sistema nacional de inteligencia para prevenir los hechos de violencia.

Los violentos quedan notificados de que en ningún caso nuestra voluntad de reconciliación implica que durante el próximo gobierno se vaya a bajar la guardia que tenemos desde este momento montada frente a la subversión, el narcotráfico, el terrorismos, el paramilitarismo y la delincuencia callejera.

No caeré en el falso dilema del dialogo o la represión. La fuerza es condición necesaria para que el dialogo sea útil. El dialogo por el dialogo no lleva ninguna parte, así como la fuerza ejercida de  manera arbitraria  conduce a la brutalidad.

Para que la fuerza que ejerce el Estado sea legitima tiene que ser justa y lo será en la mediad en que Colombia haga realidad su compromiso de defensa y respeto de los derechos humanos.

En mi gobierno los derechos humanos se cumplirán no como resultado de una concesión a los alzados en armas o a sus organizaciones defensoras, sino como el desarrollo natural de mi profunda convicción de que ningún Estado puede exigir respeto a sus ciudadanos si sus propios agentes obran de manera arbitraria atropellando los derechos de los individuos.

Solicitare al Congreso que apruebe el Protocolo II de la convención de Ginebra y todos aquellos tratados internacionales que contengan compromisos en esta materia. El mundo no debe dudar de nuestra voluntad inquebrantable de avanzar en esta dirección.

Rechazo el terrorismo en todas sus expresiones. No negociaré con terroristas; me declaro moralmente impedido para hacerlo.

Nuestra política de paz tendrá éxito solo mejorando los sistemas de administración de justicia hasta ganar la batalla contra la impunidad. La impunidad es el mayor cómplice de la violencia. Para derrotarla fortaleceremos la justicia impulsado figuras de participación ciudadana con énfasis especial en la tutela, los jueves de paz, la acción de cumplimiento y las acciones populares. Quien viole la ley, siendo agente o representante del Estado será sancionado ejemplarmente.

En el camino de conseguir la paz no desestimare ninguna voz ni esfuerzo que pueda contribuir a crear un clima de entendimiento para conseguirla. Invito a todos mis compatriotas, a la Iglesia, a los partidos, a las organizaciones sociales, a los empresarios, a la juventud colombiana, a cooperar en la construcción de un camino hacia la convivencia y la reconciliación. Pero la negociación será responsabilidad exclusiva y excluyente del gobierno en cabeza del Presidente de la república.

Solo me sentare a la mesa de negociaciones cuando esté seguro de que existen condiciones reales para una paz permanente y duradera, colmo la quieren todos los Colombianos. Por ello, cada avance en el proceso deberá estar precedido de señales inequívocas de paz por parte de los alzados en armas.

La paz no llegara sola ni gratuitamente. La paz tiene que construirse entre todos aceptando cada quien su cuota de sacrificio.

El Alto Comisionado para la Paz asumirá el encargo, a partir de hoy, de verificar la voluntad real de paz y reinserción de los alzados en armas, convocar a los sectores de la sociedad civil en torno al propósito nacional de la reconciliación, definir los términos de una agenda de negociación se ella fuera viable y precisar los mecanismos e instrumentos administrativos de una gerencia para la paz que asegure la participación de todas las instancias del gobierno y la sociedad civil en la creación de condiciones efectivas para la reinserción.

Antes de cien días deberá presentar ante la opinión un primer informe sobre el estado de la paz.

Esta tarea no desviará los esfuerzos del gobierno para seguir combatiendo la delincuencia común a través de un estatuto de protección ciudadana, que presentaremos a consideración del Congreso para re penalizar ciertas conductas antisociales de creciente incidencia y crear espacios de rehabilitación para la delincuencia juvenil. La mujer será especialmente protegida.

NARCOTRÁFICO

La lucha contra el narcotráfico, la corrupción y el crimen organizado seguirán ocupando atención prioritaria durante mi gobierno.

Continuaremos la línea de acción desarrollada en estos frentes por los gobiernos anteriores. Colombia es modelo de un país que, con grandes costos y sacrificios, ha logrado estructurar y poner en marcha una política coherente y permanente contra el narcotráfico.

Nuestra decisión de luchar contra el narcotráfico ha sido ni será jamás el resultado de ninguna imposición: nadie en el mundo tiene autoridad moral para darle lecciones a nuestro país sobre cómo combatir el narcotráfico.

Combatimos y seguiremos combatiendo el tráfico de drogas por convicción, por el grave daño que le ha causado a la sociedad colombiana, por su impacto sobre nuestras instituciones y porque compartimos el anhelo universal de que exista una juventud libre de la amenaza de la droga.

Las operaciones en contra de los carteles continuaran. Extenderemos la lucha al frente económico combatiendo el lavado de capitales para lo cual nos proponemos liderar una convención internacional sobre la materia.

La política de sometimiento voluntario se mantendrá como una salida no-violencia para los narcotraficantes pero aumentando sus penas y racionalizando la aplicación del sistema de beneficios.

En el frente del consumo he solicitado al señor vicepresidente de Colombia, que lidere a nombre del gobierno nacional el proceso de referendo que permitirá a todos los colombianos expresar, de manera pública y decidida, su rechazo o cualquier intento por extender el consumo de la droga en Colombia.

El país espera que todos estos esfuerzos sean correspondidos por una acción más decidida de la comunidad internacional en contra del consumo de la droga, del lavado de los dineros que produce y de la venta de los precursores químicos con los cuales se procesa.

Además de la comprensión planetaria por la batalla que estamos librando, Colombia exige el concurso de la comunidad internacional para que nuestras acciones no sean solitarias.

Nos sentimos solos cuando veos crecer las cifras del consumo internacional de drogas.

Nos sentimos solos cuando vemos que las utilidades del narcotráfico circulan libremente por los sistemas financieros del mundo.

Nos sentimos solos cuando no se reconocen los costos que hemos pagado en esta batalla y no se entiende que somos las principales víctimas y no los verdugos en esta lucha.

Mi gobierno será tan claro y decidido en la erradicación de los cultivos y la persecución del narcotráfico como categórico en la exigencia de acciones efectivas por parte de los países consumidores en la reducción de la demanda y el control del lavado de dólares.

Porque no queremos que nuestra lucha sea inútil.

Porque no aceptamos que el recuerdo de las vidas de los que han caído en esta guerra pase a la historia como una simple reminiscencia, solicitaremos a la comunidad internacional una solidaridad efectiva en esta tarea que es de todos y para beneficio de todos.

APERTURA ECONÓMICA

El presidente Gaviria inicio, con la apertura económica, uno de los más importantes procesos de transformación productiva de los últimos años. Participe, en mi condición de Ministro de Desarrollo, en los primeros pasos de esta reforma.

Mantendré las líneas fundamentales de la nueva política: durante mi gobierno la apertura económica avanzara sustancialmente en dos campos: el mejoramiento real de las condiciones de competitividad de los empresarios colombianos y mayores esfuerzos en materia de desarrollo social para que los beneficios de la apertura lleguen a todos los ciudadanos.

La apertura no puede quedar convertida en un juego de ganadores y perdedores. Vamos a lograr que todos los colombianos se conviertan en socios de la apertura.

Los colombianos saben que soy hombre de dialogo. Los empresarios y los trabajadores encontraran en mí una actitud siempre dispuesta a escucharlos y atender sus planteamientos de cambio. El gobierno no servirá de mayordomo de ningún interés privado ni permitirá que nadie se lucre de posiciones donantes del mercado.

Una nueva política de ciencia y tecnología nos permitirá avanzar en el terreno donde se están definiendo las diferencias entre países con mayor o menor grado de desarrollo: el conocimiento.

Apertura sin infraestructura no es apertura. Nuestros mayores esfuerzos en este campo se dirigirán a la construcción y rehabilitación del sistema de vías, telecomunicaciones, puertos y energía, para ponerlos a tono con las exigencias de la competencia internacional. Los inversionistas extranjeros estarán invitados a este proceso.

EL SALTO SOCIAL

Estos cambios habrán de hacerse en un ambiente macroeconómico distinto al que hemos vivido en los últimos meses. Trabajaremos con la junta Directiva del Banco dela República para aliviar a la apreciación del peso que está haciendo estragos en las posibilidades de consolidación y diversificación del sector productivo colombiano.

Los amigos de la revaluación son los mayores enemigos de la apertura.

Especialmente énfasis pondré, en esta primera etapa de mi gobierno, en la recuperación del sector agropecuario. En los próximos días hare los primeros anuncios de medidas encaminadas a la protección selectiva del sector y al apoyo de programas relacionados de manera directa con el campesino.

Este será el gobierno del gran Salto Social. Legitimaremos los logros conseguidos en materia económica que aún no se traducen en mayores niveles de bienestar para buena parte delos ciudadanos.

Los colombianos no podemos estar satisfechos con la evolución social de los últimos diez años.

No podemos estar satisfechos al saber que el 46% de compatriotas apenas subsiste por debajo de la línea de la pobreza crítica.

No podemos estar satisfechos con la reapertura de la brecha entre el sector rural y urbano que habíamos logrado cerrar en décadas anteriores.

Y por supuesto, tampoco podemos estar satisfechos con la caída de los salarios reales.

El propósito central de mi gobierno será el de que los colombianos vivan mejor.

Más personas satisfechas con su trabajo serán menos guerrilleros en los campos, menos delincuentes en las ciudades, menos “mulas” que se juegan su vida transportando drogas al exterior.

Convoco a todos los estamentos de la sociedad civil a que me acompañen en esta tarea de transformación social e Colombia. Ella quedara consagrada en el Plan de Desarrollo que presentaremos a la consideración del Congreso en los próximos meses, luego de concertarlo nacionalmente.

La base central del Plan de Salto Social será la generación de nuevos empleos productivos a través del impulso del sector exportador, el apoyo a microempresas, el aumento de la inversión social en salud, educación y vivienda, la construcción y la señalada de infraestructura y la reactivación del sector agrícola.

Apoyare los esfuerzos para que haya más y mejor educación y salud brindadas por el sector privado, sin permitir que l compromiso fundamental del Estado con los sectores marginales y los conceptos de salud y educación públicas sean quebrantados. Aspiro a que el maestro y el medico sean protagonistas centrales de estos cambios.

La política social en mi gobierno será la hermana menor de la política económica. Vamos a demostrar que si se puede hacer política económica con criterios sociales y política social con criterios económicos.

La solución para la ineficacia del  Estado no es el desmonte sino el mejoramiento de sus condiciones de funcionamiento. El dilema no es más o menos Estado sino mejor o peor Estado. Llevaremos al Estado los conceptos modernos e planeación estratégica, calidad total y productividad.

Concertaré las principales acciones económicas y sociales del gobierno con el sector privado encabezado por sus empresarios, los trabajadores, las organizaciones no gubernamentales, los voceros del sector solidarios de la economía. Antes de terminar el año aspiro a suscribir un Acuerdo Social de Productividad, Precios y Salarios que nos permitirá ordenar la económica en la dirección de la estabilidad y l creciendo con equidad.

En el escenario de una economía abierta  como la actual, capital y trabajo ya no puede ser vistos como orillas opuestas: SON DOS INGREDIENTES claves de una misma receta.

Productividad y solidaridad serán los elementos de la nueva sociedad de producción que detenemos que construir para la Colombia del próximo siglo.

Para llegar a los diez  millones de colombianos más pobres, marginados de los programas sociales tradicionales del Estado, pondremos en marcha desde esta misma  semana bajo la orientación de la Presidencia, una RED SOCIAL DE SOLIDARIDAD que llevará apoyos concretos y directos a los sectores más vulnerables de la población como las madres pobres cabezas de familia, los ancianos indigentes, los campesinos de veredas remotas, los jóvenes de los barrios tuguriales y los niños en estado de postración alimentaria. Al terminar mi administración, estaremos destinado más del uno por ciento del PIB a estos programas.

Vamos a hacer del nuevo ministerio del ambiente un modelo de eficacia administrativa y convocaremos el concurso de todo para demostrar en este país donde, como decía el poeta Aurelio Arturo, “el verde es de todo los colores” que si es posible crecer sin destruir la naturaleza.

La meta final del salto social es formar un nuevo ciudadano colombiano: más productivo en lo económico; más solidario en lo social; más participativo y tolerante en lo político; más respetuoso de los derechos humanos y por tanto más pacífico en sus relaciones con sus semejantes; más conscientes del valor de la naturaleza  y por tanto, menos depredador; mas integrado en lo cultural y por lo tanto más orgulloso de ser colombiano.

Nuestra política exterior estará inspirada por los principios esenciales de la convivencia pacífica: la plena vigencia del derecho, la no intervención en los asuntos de otros Estados y la libre determinación de los pueblos.

La voz de Colombia se escuchará por la fuerza de sus principios y no para promover el principio de la fuerza.

POLÍTICA EXTERIOR

Colocados como estamos en el ojo del huracán de las principales preocupaciones internacionales los próximos años- el narcotráfico, los derechos humanos y la defensa del medio ambiente- impulsaremos, frente a todas estas, políticas globales efectivas, respetuosos de nuestra dignidad nacional y equilibradas en la distribución de los esfuerzos que cada quien tendrá que hacer frente a cada problema.

América latina y el caribe  tienen que encontrar en los próximos años una nueva relación de identidad. El inminente bicentenario de la independencia de las naciones americanas ofrece una oportunidad invaluable para ello Vamos a emprender una segunda  batalla por la independencia de nuestros países, la independencia de la pobreza, la independencia de las desigualdades, la independencia del autoritarismo, la independencia de la discriminación y  de la corrupción en todas sus modalidades.

La construcción de una nueva América Latina debe tener como eje  el encuentro de un modelo alternativo de desarrollo que nos permita alcanzar el esquivo paradigma de crecer y repartir mejor al mismo tiempo.

Agotado el espacio para la tolerancia frente a la pobreza y la injusticia, nuestros pueblos comienzan a reclamar sistemas democráticos mucho más comprometidos con la solidaridad y el servicio de los intereses de la gente.

El afán aperturista de nuestra economía no pude poner en peligro los logros alcanzados en la pasada década en la democratización del continente.

La universalidad y el pluralismo serán los puntos cardinales de la carta de navegación  de nuestra política internacional. Estrecharemos las relaciones económicas y culturales con la Unión Europea y con los países de la Cuenca del Pacifico.

En 1995 Colombia asumirá la presidencia del grupo de los No Alineados. Enfrentaremos este reto con decisión y con esperanza, será la ventana de Colombia hacia el mundo en desarrollo.

Trabajaremos para que el movimiento- terminados los condicionamientos ideológicos que imponía la guerra fría- asuma una nueva agenda que refleje la posición de sus socios en relación con los grandes temas internacionales.

La cooperación en vez del conflicto debe ser el motor que impulse la lucha de los No alineados en favor de un sistema planetario más justo y equilibrado.

La defensa de los colombianos en el exterior formara parte de mi política internacional. Las puertas de los consulados y embajadas de Colombia estarán al servicio esos dos millones y medio de compatriotas cuyo regreso siempre estaremos esperando.

Colombianos: hace cinco años me gane, por voluntad de Dios, una segunda oportunidad en la vida. En esos momentos comprobé que tener fe es el comienzo de la solución de un problema. Estoy seguro de que los colombianos, con esa infinita fe en lo que somos y podemos llegar a ser, sacaremos el sueño de Colombia adelante.

El sueño de un país en el cual todos podamos volver a vivir sobre el mismo techo y progresar sobre el mismo suelo.

El sueño de un país en el cual nadie sea discriminado por razón de su credo, de su raza o de su sexo.

El sueño de un país en el cual las diferencias no sean excusas para el conflicto sino motivo para la búsqueda el consenso

El sueño de un país que abra nuevos espacios para la participación de sus mujeres pagándoles la deuda social que tenemos con ellas hace años.

El sueño de que le brinde a los ancianos no la triste posibilidad de terminar agrando más años a su vida sino más vida a sus años

El sueño de un país donde niños pinten soles sonrientes amaneciendo en medio de bosques verdes y ríos transparentes.

El sueño de un país donde más importante, por encima de todo, para todos y por siempre, sea la gente.

Observaciones:

Notas de prensa. En primera página “No negociare con los terroristas” como titular. Acción alude a Elaboración plan de desarrollo nacional, política derechos humanos. Considera violentos a: subversión, narcotráfico, terrorismo, paramilitarismo y delincuencia callejera.

Rescatar los valores y la identidad de país,

Sobre la paz,  se alude a principios fundamentados en la independencia y la idea de dejar la violencia como recurso de solución de los conflictos.

 “Hace 120 años un Presidente de Colombia, liberal como yo, afirmaba: “desmentimos nuestra pretensión de ser tenidos por pueblo civilizado, moral y digno cuando por los más fútiles pretextos apelamos a las armas o procedemos  a ejecutar actos de violencia”. Lamentablemente, este pensamiento de don Manuel Murillo Toro también podría haber sido escrito ayer”

Se instala la idea del derecho de todos los colombianos a pensar un futuro libre de violencias y se acusa a “los grupos alzados en armas” del alejamiento de reconciliación.

Se presenta un discurso de inseguridad dirigido a la atención de la inseguridad y la creación de un modelo de convivencia democrática. En este se sitúa la problemática de la paz desde la idea de diversidad y diferencias como elemento de conflicto. Se encauza una aglomeración de actores definidos como violentos “Los violentos quedan notificados de que en ningún caso nuestra voluntad de reconciliación implica que durante el próximo gobierno se vaya a bajar la guardia que tenemos desde este momento montada frente a la subversión, el narcotráfico, el terrorismo, el paramilitarismo y la delincuencia callejera”. A pesar de esta desagregación de actores,  se da una generalidad cuando se refiere al narcotráfico, que abre incluso los titulares de prensa: “Rechazo el terrorismo en todas sus expresiones. No negociaré con terroristas; me declaro moralmente impedido para hacerlo”

Se sitúa la necesidad de recuperación del monopolio de la fuerza pero a través de un ejercicio de justicia desde el Estado frente a la defensa y respeto por los derechos humanos “No caeré en el falso dilema del dialogo o la represión. La fuerza es condición necesaria para que el dialogo sea útil. El dialogo por el dialogo no lleva ninguna parte, así como la fuerza ejercida de  manera arbitraria  conduce a la brutalidad.

Para que la fuerza que ejerce el Estado sea legitima tiene que ser justa y lo será en la mediad en que Colombia haga realidad su compromiso de defensa y respeto de los derechos humanos.

En mi gobierno los derechos humanos se cumplirán no como resultado de una concesión a los alzados en armas o a sus organizaciones defensoras, sino como el desarrollo natural de mi profunda convicción de que ningún Estado puede exigir respeto a sus ciudadanos si sus propios agentes obran de manera arbitraria atropellando los derechos de los individuos.

Solicitare al Congreso que apruebe el Protocolo II de la convención de Ginebra y todos aquellos tratados internacionales que contengan compromisos en esta materia. El mundo no debe dudar de nuestra voluntad inquebrantable de avanzar en esta dirección”.

En este periodo conjunto con la consolidación de la apertura económica se sitúa la integración de los derechos humanos y la jurisprudencia internacional en materia de confrontaciones armadas como es el Protocolo de la convención de ginebra. Desde esta perspectiva se sitúa la impunidad como uno de los principales retos para la paz, y se adecuan los mecanismos participativos actuales para el acceso a la justicia. (La tutela, los jueves de paz, la acción de cumplimiento y las acciones populares.)

Igualmente aparece la figura del Alto comisionado para la paz, para verificación de voluntad de paz y reinserción de “los alzados en armas”.

Las mujeres y jóvenes aparecen como principales sujetos de atención frente a la paz. (Es el periodo donde surgen las Altas Consejerías como aquella que se creó para la Ciudad de Medellín. Igualmente van a surgir las mesas de trabajo y los programas dirigidos a la juventud)

Frente al narcotráfico se propone una lucha que reconozca la soberanía del país en términos de tratamiento de lucha contra las drogas “Nuestra decisión de luchar contra el narcotráfico ha sido ni será jamás el resultado de ninguna imposición: nadie en el mundo tiene autoridad moral para darle lecciones a nuestro país sobre cómo combatir el narcotráfico”. El narcotráfico aparece como principal centro de acción  frente a la seguridad, pero situándola en un contexto de apertura económica, donde se empieza a tener exigencias frente al contexto internacional, tanto desde el llamado frente a la condena social internacional de culpabilizacion del país, como sobre lo referido al consumo en los países, el lavado de activos y el comercio de químicos. A pesar de esto nunca se nombra el comercio de armas como un punto central en el discurso.

Colocados como estamos en el ojo del huracán de las principales preocupaciones internacionales los próximos años- el narcotráfico, los derechos humanos y la defensa del medio ambiente- impulsaremos, frente a todas estas, políticas globales efectivas, respetuosos de nuestra dignidad nacional y equilibradas en la distribución de los esfuerzos que cada quien tendrá que hacer frente a cada problema

Frente a la apertura económica se evidencia un posicionamiento de los lenguajes de emprendimiento y la manera de situar al Estado y sus funciones desde la visión de Empresa. La idea que “todos los colombianos se conviertan en socios de la apertura”, genera una idea de pertenencia fundada en la visión de ganancias

La Apertura económica iniciada con Gaviria se define a partir de una visión de emprendimiento que aparece con la idea de que la gente del país sea socia de la apertura, en particular promoviendo el fortalecimiento de competitividad en el empresariado pero también en el inicio de la dinámica de desarrollo, centrada en la idea de desarrollo social e institucionalizada a través de procesos de planeación estratégica, calidad y productividad.

 Fue un momento donde desde la presidencia se designa invertir en la infraestructura de construcción, vial, telecomunicaciones, puerto y energía, al tiempo que impulsar las exportaciones. Situando la visión agraria, se busca proteger el sector para exportación y crear programas  para  el campesinado.

La promesa de trabajo se establece sobre la lógica de disminución de “los violentos”: Más personas satisfechas con su trabajo serán menos guerrilleros en los campos, menos delincuentes en las ciudades, menos “mulas” que se juegan su vida transportando drogas al exterior”.

 La política exterior es un componente transversal en el discurso. En este se evidencia el peso de las políticas internacionales en materia de narcotráfico, derechos humanos y medio ambiente. Igualmente el posicionamiento de la presidencia del grupo de los NO Alineados, que se enmarca dentro del contexto de América Latina y el Caribe, y en particular en “una segunda batalla por la independencia de nuestros países” y “la construcción de una América Latina debe tener como eje el encuentro de un modelo alternativo de desarrollo que nos permita alcanzar el esquivo paradigma de crecer y repartir mejor al mismo tiempo”. Es importante ver que en muchas entrevistas posteriores a la posesión se encuentra una visión bastante progresista frente a la justicia social  durante el gobierno de Samper y menos criminalización para las insurgencias”, en muchos casos se le tilda de proclive a las guerrillas, al tiempo que expone una tendencia a ser proclive por la legalización de las drogas.

Es importante que no se nombra los Estados Unidos, sin embargo si se refiere al grupo de los No Alineados y al fortalecimiento de relaciones con la Unión Europea (lo cual se ve en el discurso frente a los derechos humanos y desarrollo), al igual que de los países de la Cuenca del Pacifico.

Se presenta pocos discursos desde un lenguaje popular, al igual que poco religioso, algo que será piedra angular de los 3 discursos de posesión de los candidatos conservadores y ultraconservadores de 1998, 2002 y 2006. Para el caso del Andrés Pastrana, el proceso 8000, fue una clave para obtener la presidencia y fortalecer las fuerzas militares y paramilitarismo como centros de la política por la paz.

Igualmente Ernesto Samper retoma elementos que habían venido proyectándose desde la revolución bolivariana y Suramérica como “Todos juntos vamos a construir el sueño de la Colombia del Siglo XXI”, “Se trata de colocar la economía al servicio de la gente”.  “los principios esenciales de la convivencia pacífica: la plena vigencia del derecho, la no intervención en los asuntos de otros Estados y la libre determinación de los pueblos”.

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